jueves, 30 de junio de 2011

XIII.- LA CATA DE CHENIN BLANC EN REQUENA (24-06-2011)

          Hacía casi un año que no había cuatro tapones en juego. Demasiado tiempo. Tal vez once meses sin hacer una cata con la presencia de casi todos los tapones no sea mucho tiempo pero si que lo es si además se trata de reunirte con los amigos a los que más quieres.

         Dejamos el calor de Valencia cuando éste aún apretaba. El viaje fue un placentero paseo hacia la meseta. Los pámpanos de las vides aparecieron en un abrir y cerrar de ojos, inundando de verde el paisaje y de impaciencia nuestro cuerpo. Llegamos a Requena cuando la luz mejor lucía, revelando la textura de las casas y de la vieja piedra de la Iglesia de Santa María.

         La cata de chenin empezó con una cata de bobal, pero no de una bobal cualquiera sino la que había elaborado Javi por vez primera en su vida y esperemos que no la única: “La Mari, la Paqui y la Bea”. Cuando alguien tiene una pasión en su interior no la puede dejar morir, porque si lo hace abandonará parte de su alma y eso es traicionarse a sí mismo. Las pasiones no se llevan a cabo por el simple hecho de demostrar que somos capaces de hacer algo que parece imposible. La capacidad no es una pasión. Las pasiones se llevan hasta la muerte porque son la razón de nuestra vida, nuestro “life motive”. La pasión de Javi –una de sus pasiones- estaba en el interior de una botella que desbordaba tintes familiares. Javi nos llenó las copas y nos pidió que acorraláramos sin piedad a aquel líquido rojo. Quería un juicio sumarísimo sobre su obra. Por un momento, un halo de duda cruzó mi mente ¿sería capaz de ser sincero ante el vino de Javi? El halo desapareció sin dejar rastro tanto por mi condición de bocazas como por mi obligación de contribuir a la pasión de mi amigo.

Había probado aquel vino pocos días después de que hubiera sido uva, y lo había hecho con maletín, traje y corbata, en una kafkiana situación en La Portera. Un tanino verde que te dejaba la boca como una goma de borrar me hizo dudar del buen fin de la aventura. Aquello me pareció irrecuperable, sin embargo cuando el viernes me asomé al interior de la copa apenas había rastro de lo que parecía un desastre irremediable. El vino era limpio, de capa media baja, con ribetes cardenalicios que delataban su juventud. En nariz era verde como el romero, el tomillo y los pinos que rodeaban el viñedo. En boca, apenas quedaba rastro de aquel tanino insalvable y el monte bajo envolvía la cavidad bucal bajo una acidez brutal. La falta de cuerpo y su ligereza era la mayor crítica que podía realizar. El vino era sencillo y honesto, como su dueño. Desde luego, el vino es mejorable por eso espero que Javi continúe con esta pasión hasta que su vino se convierta en la pasión de otra gente.

Tras aquella orgía de sentimientos procedimos a dar inicio al ritual de nuestras catas: ¿cómo servimos? ¿quién descorcha el vino? ¿qué orden seguimos? Y un largo cúmulo de interrogantes que exasperan en silencio a mi querida esposa y servidora de vinos. La cata de chenin blanc, la gran dama según mi amigo Juan Ferrer, empieza con las habituales bromas sobre vinos ganadores y demás chorradas que nos inundan de una infantil felicidad.

Los vinos salen en sus correspondientes decantadores y a través del vidrio veo sus colores. Tres ambarinos y uno pajizo. Empezamos a imbuirnos de sensaciones visuales, en breve llegarían las nasales y gustativas y nuestras disquisiciones y elucubraciones. Mis pulsaciones aumentan y mi grado de felicidad se dispara como si fuera un niño. Hacía mucho tiempo que no sentía una alegría similar. Tal vez fuera la cata, tal vez fuera la reunión con mis amigos, o tal vez fuera su conjunción. No lo se. Pero lo que sí que se es que esa sensación quiero sentirla con mayor frecuencia.

Los vinos caen en las cuatro copas y empieza el festival:

El vino 1 (cinta blanca), era elegante y amielado; en boca casi un champagne, redondo como un albaricoque y con un deje de galleta que me impedía apartarlo de mi nariz. Primera conclusión: Demasiado goloso para ser de Savenniers. Un candidato importante al triunfo.

El vino 2 (sin cinta) era posiblemente el más elegante en nariz. Un perfume de flores blancas. En boca se muestra con una potente acidez y un deje a fruta de hueso blanco. Un buen vino pero sin gran complejidad.

El vino 3 (cinta rosa) imponía nada más mirarlo. Desprendía un aroma misterioso y licoroso: oporto, fósforo, miel, membrillo, ligeros toques de pegamento y una sutil mineralidad. Poderoso y muy complejo, en permanente evolución. Aquello era como la lámpara de Aladino: escondía un genio, sólo hacía falta esperar (no frotar).

El vino 4 (cinta de goma) era el único que vestía un amarillo pajizo. Nada más olerlo fue el primer vino que descarté en la lucha por el título. Un vino agradable pero muy sencillo, un básico, sin ninguna pretensión más que un disfrute trivial. Estaba casi seguro que era un básico de Ogereau.

Henchidos de entusiasmo nos lanzamos sin vergüenza a realizar todo tipo de comentarios. Vicente dice que el vino 4 es “Clos de Papillon 2005” y que el vino 2 es “La Calma” de Can Ràfols. ¡Vaya vacile! Mientras que los vinos 1 y 3 son dos vinazos. Coincido con esto último pero dudo que acierte con los vinos 2 y 4. Me centro los vinos 1 y 3 cierro definitivamente mi decisión.

Votemos:

El vino 3 gana con 22 puntos, seguido del vino 4 (¡?) y el vino 1, ambos con 17 puntos (queda segundo el vino 4 por haber conseguido más primeros puestos) y en último lugar, con 14 puntos, queda el vino 2.

Destapamos las botellas y … ¡¡¡¡chavales, dadme los tapones!!!!!

El vino 3 (cinta rosa) es un “Couleé de Serrant 2006” del maestro de la biodinámica: Nicolas Joly. Siete maravillosas hectáreas que plantaron los monjes cistercienses en el viñedo del Clos de la Couleé de Serrant en 1130 y que son, posiblemente, el mejor ejemplo de chenin blanc en el mundo. SIIIIIIII es mi vino. Una pasta, desde luego, pero desde que Xavipaqui eligieron el tema pensé que en la cata de chenin debía de haber uno de los grandes, y Joly es el top.

El vino 4 (cinta de goma) es un “Clos du Papillón 2005” de Domaine Baumard. ¡Qué crack Vicente! La vacilada se convierte en realidad. El vino de Xavipaqui cumple a la perfección con las características propias de los Savenniers: miel, flores blancas y mineralidad.

El vino 1 (cinta blanca) es un Domaine de Montrieux 2007, de Coteaux du Vendômois, (Emile Heredia). Biodinámico a tope. Una chenin de una zona muy particular del Loira, y apenas conocida. Vicente siempre nos sorprende con algo diferente.

El vino 2 (sin cinta) es “La Calma” de Can Ràfols. ¡El monstruo de Vicente vuelve a acertar! No habrá ganado la cata pero el tío ha sacado dos vinos, que es casi mejor que haberla ganado. La chenin española cumple a la perfección. Ha quedado última pero no ha desmerecido en nada frente al resto. No puedo más que reconocer –empedernido defensor de las variedades en su terroir- que Can Ràfols ha elaborado en España un vino que aglutina perfectamente las características de la chenin. Mucho mérito.

Estoy satisfecho. Como todas nuestras catas la de Chenin ha sido muy didáctica. Los cuatro vinos representaban perfectamente el abanico de opciones que puede desplegar esta gran dama y eso significa aprender. Sólo espero que cada uno de nosotros haya podido imbuirse de su alma y la retenga en su interior para siempre. También estoy contento por haber ganado y por la votación que he realizado. Jugaba con un Couleé de Serrant, por lo que no sólo tenía que ganar sino que además tenía la obligación de identificarlo y lo había hecho. Si hubiera fallado me habría sentido un tanto decepcionado conmigo mismo.

Nos acabamos todos los vinos con una maravillosa cena de los anfitriones. Xavipaqui nos deleitaron con humus, calamares en salsa de sobrada, pechugas escabechadas, clóchinas y un sinfín de exquisiteces que colmaron nuestro insaciable apetito. La Chenin Blanc, con su capacidad de mimetizar todo lo que le circunda, consiguió el efecto contrario y nos convirtió a todos en un poco más melosos, membrillos e incluso olemos a espino blanco.

En fin, elijo tema para la siguiente cata y tengo muy claro cual será: pinot noir. Si, ya se que repito pero tengo un motivo para ello que sólo desvelaré al final de la misma. Sólo necesito que los cinco tapones estén sobre la mesa y que Xavipaqui me presten un viñedo. Exigencias del guión. Mientras tanto disfrutaré de los conocimientos adquiridos sobre la chenin con la esperanza de que Javi siga cultivando y elaborando una pasión que el día de mañana apasione a gente tan dispar como Parker y Feiring.

Juanlu

Nota: Ya he guardado los cuatro tapones en su sitio


Resultados de la cata:

1º Clos de la Coulée de Serrant 2006, Savennières-Coulée de Serrant, Nicolas Joly (52€)
Juan Luis

2º Clos du Papillon 2005, Savennières, Domaine de Baumard (21€)
Javi / Paqui

3º Domaine de Montrieux 2007, Coteaux du Vendômois, Emile Heredia (20€)
Vicente / Mari Cruz

La Calma 2007, Penedés, Can Ràfols dels Caus (26€)
Guillermo / Ana


         Documentos gráficos:










3 comentarios:

  1. Ganas tenía de veros, sobre todo a Ana y Guillermo, ya sabeis el por qué.
    Felicidades a Javi y Paqui por su vino auténtico, por su cena deliciosa y por elegir Chenin como tema de cata, con dos cojones, como siempre.
    Una velada inolvidable en Requena, tierra de vino.
    Para mí, una de las mejores selecciones de nuestras catas, o puede que la mejor: 4 vinazos distintos de una misma cepa, todos a grandísima altura.
    El 4º, la mejor chenin fuera del Loira y mejor que muchas de dentro del Loira. Cojonuda.
    El 3º, la chenin natural de un tio auténtico, Emile Heredia.
    El 2º, placer inmediato.
    El 1º, un fuera de serie, inclasificable, extraordinario.

    Juan Luis siempre había traído un vinazo, un vino ganador, era un vino que podía ganar o perder por los pelos. Ahora ha pasado a traer directamente el vino ganador. Además, lo veo lanzado, le vaticino una larga racha de triunfos, ganas tengo de estar delante de la próxima selección de cata.
    Enhorabuena Juanlu, por tus vinos, tus narraciones y por tu pasión que todos disfrutamos y compartimos.
    Se me olvidó comentarte una cosa, cuando vengas a Barcelona traéte la copa Senso Pinot Noir… está esperando un Chapelle-Chambertin Grand Cru 1995.

    ResponderEliminar
  2. Javi, me pediste que realizara una ficha-cata de tu vino. He de decirte lo que pienso de él.
    Sinceramente, lo que encontré en tu vino fue: trabajo, ilusión, sufrimiento, alegría y honestidad.
    Javi, te ruego que no dejes nunca de hacer vino. He catado el vino de grandes productores pero catar y beber el vino hecho por un amigo es impresionante e inenarrable.

    ResponderEliminar
  3. Han pasado algunos días y no se me va de la cabeza esa botella de Chenin, tuvimos mucha suerte de que un Coulée de Serrant tan joven diera tanto y con tanta expresividad. Quedará para el recuerdo.
    También pienso que la cata fue seguramente la más completa.

    ResponderEliminar